CAPÍTULO 1

 

En el cual encuentro, durante una excursión, un viajero singular. Qué hacía el viajero y cuáles eran las palabras que pronunciaba.

 

Cierta vez volvía, al paso lento de mi camello, por el camino de Bagdad, de una excursión a la famosa ciudad de Samarra, en las márgenes del Tigris, cuando vi, sentado en una piedra, a un viajero modestamente vestido, que parecía reposar de las fatigas de algún viaje.

- Disponíame a dirigir al desconocido el “zalam”[1] trivial de los caminantes, cuando con gran sorpresa le vi levantarse y pronunciar lentamente:

- Un millón cuatrocientos veintitrés mil, setecientos cuarenta y cinco.

Sentóse enseguida y quedó en silencio, la cabeza apoyada en las manos, como si estuviera absorto en profunda meditación.

Me paré a corta distancia y me puse a observarle como lo habría hecho frente a un monumento histórico de tiempos legendarios.

Momentos después se levantó, nuevamente, el hombre, y, con voz clara y pausada, enunció otro número igualmente fabuloso:

- Dos millones, trescientos veintiún mil, ochocientos sesenta y seis.

Y así, varias veces, el extravagante viajero, puesto de pie, decía un número de varios millones, sentándose en seguida en la tosca piedra del camino.

Sin saber refrenar la curiosidad que me aguijoneaba, me aproximé al desconocido, y después de saludarlo en nombre de Alah (con Él en la oración y en la gloria)[2], le pregunté el significado de aquellos números que sólo podrían figurar en proporciones gigantescas.

¡Forastero!, respondió el “Hombre que calculaba”, no censuro la curiosidad que te llevó a perturbar la marcha de mis cálculos y la serenidad de mis pensamientos. Y, ya que supiste ser delicado al hablar y al pedir, voy a satisfacer tu deseo. Para eso necesito, sin embargo, contarte la historia de mi vida.

Y narróme lo siguiente:

 

Notas:

[1] Zalam – quiere decir paz. Es una expresión de la que se sirven los árabes en sus saludos. Cuando un mahometano encuentra a otro lo saluda en los siguientes términos: Zalam aleikum (La paz sea contigo). Y diciendo tales palabras lleva su mano derecha al corazón. La respuesta es “Aleikum essalam” (¡Sea contigo la paz!). Cuando el saludo es dirigido a un cristiano toma, en general, otra forma: “¡Sebac el chair!” (Buen día), o bien: “¿Sabe Zalamat?” (¿Cómo está, amigo?). los cristianos son considerados infieles y no tienen derecho al Zalam (Malba Tahan).

[2] Alah o Allah – Dios. Los árabes designan al Creador por cuatrocientos noventa y nueve nombres distintos. Los musulmanes siempre que pronuncian el nombre de Dios añádenle una expresión de alto respeto y adoración.  (M.T.)